Violette se sienta a recordar los días de gloria en los que era la tía más buena del bar. Los tíos no podían creer su suerte cuando la llevaban a casa, ¡y descubrían que se había tatuado el coño! Era muy salvaje en aquella época y ella también. Ahora que es una chica de oro, a Violette le sigue gustando ligar y siempre está dispuesta a que un tío le devuelva el flirteo para llegar hasta el final. Claro que este tío está casado, ¡pero tenía que saber lo que era follarse a una abuela con el coño tatuado!